Las doce de la noche del último día del año, momento en el que prácticamente todos estamos, de alguna manera, celebrando la llegada de unos deseados mejores 365 días.
Doce es un número famoso, uno de los más utilizados, desde los Apóstoles, los signos del Zodiaco, el doce marca el mediodía o la medianoche, el doce preside lo más alto del reloj, las doce estrellas de la bandera de la Unión Europea, los doce meses, o esto mismo dicho de manera sevillana y astronómicamente poética, los doce careos que dan la Luna y la Tierra durante el año.
Se podrían seguir enumerando docenas de aspectos en los que aparece este número y si, las doce uvas de la suerte también. Aquí están las mías fotografiadas (las que realmente me estoy comiendo) a los pies del tiempo, marcando el camino hacia mañana, en ese continuo tránsito entre pasado y futuro que ya es presente y vuelve a serlo, una y otra vez...
Van marcadas con los alfileres que me han atravesado y sujetado a este año, se los saco sabiendo que vendrán más, pero esta noche, aunque sea una más, pasamos página y todos cogemos impulso, pedimos, pensamos unos deseos depositando en la ilusión del momento, nuestra esperanza de que así ocurran... bueno, pues manos a la obra, que no vendrán sin buscarlos de manera activa, ve tú a por la suerte, cultiva la amistad, cuida la salud, riega tu amor, planta cara y cambia lo inamovible... empezando por pequeños gestos de cambio, por ejemplo yo estoy aquí este día y a esta hora, mira arriba la fecha y abajo la hora y minuto en que se produce esta nueva entrada en mi blog... entrada de año.