Me han sugerido que esta fotografía faltaba entre las "Postales de Realidad" y al aceptar la recomendación, subirla y volverla a contemplar con detenimiento he apreciado varias cosas:
La primera es que mi familia sigue el blog y eso se agradece porque además sus aportaciones me hacen pensar (y a esto viene la entrada...)
La segunda, y de esta ya era consciente, que la imagen propuesta sería la única capturada en territorio nacional. Me lo tomo como un mensaje tal que: "está muy bien, vuela por ahí, despéjate, evádete, viaja, conoce, busca... que al final volverás a tu tierra" y es que siempre, antes o después, terminas volviendo a tu casa, a tu hogar, a tu tierra, a la tierra...
Buscamos nuestro final en el sitio del que partimos. Retornamos. Les sucede a todos los viajeros y esto me recuerda una experiencia: Taller "Las cuatro caras del Héroe" en Arteterapia, donde hubo referencias a historias como las del libro "El héroe de las mil caras" (Joseph Campbell) donde este atraviesa ciclos similares en todas las culturas resumidos en la triada: Separación-Iniciación-Retorno.
Las historias de Simbad el Marino, que parte una y otra vez en busca de tesoros y tras bonanzas y desventuras siempre vuelve a su puerto sin lo que pensaba que necesitaba.
El Alquimista, que sale a buscar y encuentra lo que ya tiene.
El conocido mito de Ulises, con sus viajes de ida, en la Iliada (donde ocurre el famoso episodio del caballo de Troya) y de vuelta a Ítaca (su reino), en la Odisea.
La primera epopeya babilónica de un héroe de hace 4000 años llamado Gilgamesh (y su otra mitad contra la que lucha, Enkirú) que viaja para descubrir que todo lo que nace es para morir, siendo el momento aquí y ahora (presente) lo más parecido a la eternidad y lo único posible es ir cambiando...
La tercera cosa de la que me dí cuenta tiene que ver con esto último, el cambio o como citaba el filósofo Heráclito de Éfeso "todo cambia, nada permanece". La fotografía está tomada en el amanecer de una mañana del 24 de Agosto (me levanté temprano ese día de mi cumpleaños, aunque algunos crean que es el atardecer...) hace unos años desde la puerta de nuestra casa en Valverde del Camino (Huelva). Si hoy volviese a realizar la toma desde el mismo sitio, las suaves lomas de las colinas del fondo, no serían el horizonte. En su lugar, cercanos tejados a dos aguas, rematados con antena y chimenea serían el lecho sobre el que se alzara el Sol. Nada que ver.
